lunes, 5 de marzo de 2007

Antonio Martínez de Castro, ministro de Justicia e Instrucción Pública

Cuando el Gobierno de la República llega, trinfante , a la capital , en julio de 1967,todas las instituciones de educación secundaria y de enzeñanza superior estaban desorganizadas. Sorprendía, dada la incuria del imperio, que se hubieran mantenido en pie algunas escuelas primarias.
Pero poco a poco se fureron desvaneciendo los recuerdos de la lucha encarizada que sostuvieron República e Imperio. Y ya en el poder, Benito Juárez se propuso organizar la administración, preocupándose grandemente por la enseñanza.
Nombró ministro de Justicia e Instruccion Pública al licenciado Antonio Martínez de Castro.2 Este a su vez, encomendó tal empresa a una comisión presidida por el distinguido positivista Gabino Barreda. Fue una feliz coincidencia para la política del liberalismo que , por esta época, se dejara sentir,una fuerza siempre mayor, la filosofía positivista. La pedagogía del liberalismo no hubiera podido crear, con su repertorio de principios abstractos, un sitema de educaciónn pública con perfiles tan bien definidos.
La Ley Orgánica de Insntrucción Pública en el Distrito Federal, que el presidente Juárez en diciembre de 1867, como fruto de los trabajos de aquella comisión, representaba una síntesis. En ella se daba unidad a la enseñanza y se declaraba gratuita y obligatoriala educación elemental. La misma ley organiza sobre bases sólidas los estudios secundarios: se funda la Escuela secundaria para señoritas, y, lo que sin duda tuvo grandes y magníficas consecuencias en la vida intelectual del país, se establece la Escuela Nacional Preparatoria; en fian, tan importante Ley vino a reglamentar la enseñanza superior (Escuela de Medicina, Escuela de Jurisprudencia , etc.)
Bien comprendia MArtínez de Castro que el éxito de la flamante obra legislativa, cuyo antecedente directo era la trascedental iniciativa de 1833, inteligentemente renovada en 1861 por Ignacio Ramírez, dependía en primer término de los maestros. El profesorado es una especie de sacerdolcio, decía, y por lo mismo se deben a losprofesores todas las consideraciones a que tienen derecho, los que desempeñan la noble misión de sacar al pueblo del sepulcro de la ignorancia,para traerlo a la vida de la inteligencia. Por esto, porque, con raras acepciones, la mejor garantía de un corazón recto es un iteligencia ilustrada, y porque en una democracia debe considerarse al maestro como uno de los más importantes funcionarios públicos, ha querido la Ley que estén dotados de una instrucción superior.
2Jurisconsulto. Oriundo se Sonora, Después de brillante estudios hechos en México, se siguió en el ejercicio de su profesión por su gran probidad y vastos conocimientos

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